¿Quiénes son ustedes?

Algunos nos llaman los hermanos


Cualquier observador inteligente de la historia del Cristianismo no puede dejar de darse cuenta de la gran divergencia entre la enseñanza y práctica de la Iglesia primitiva y lo que se enseña y practica hoy en día entre algunos que se llaman cristianos, pero no siguen a Cristo.
Sin embargo, en el transcurso de la historia de la Iglesia el Espíritu Santo ha levantado hombres con percepción espiritual que han percibido agudamente el deterioro y a quienes Dios ha usado para redescubrir verdades perdidas durante siglos, para volver a la sencillez y la pureza de la doctrina dada una vez a los santos, para regresar a la doctrina de los apóstoles.
En el siglo 16 Martín Lutero quedó atónito ante el abandono de la cristiandad primitiva, y su vigorosa protesta condujo a la Reforma. Lutero recuperó la gran verdad de la justificación por fe que descansa solamente en la muerte vicaria de Cristo. Los avivamientos evangélicos del siglo 18 bajo los hermanos Wesley y George Whitefield fueron, sin duda alguna, una obra del Espíritu Santo, pero ambos movimientos fallaron en no sacar a la luz mucha verdad clave que estaba enterrada bajo los ritos y la tradición.
En el siglo 19 el Espíritu Santo obró de nuevo. Sucedió paralelamente en diversas partes del mundo, distantes entre sí e independientes la una de la otra. Varios varones de Dios, muchos de ellos eruditos y teólogos, fueron levantados para promover verdades espirituales que habían quedado desconocidas y desatendidas por siglos. La mayoría eran varones jóvenes poseídos de un afán vivo por volver a la Biblia y practicar lo que habían descubierto.

Sin embargo, uno debe tener presente que en toda época de la historia de la Iglesia hubo pequeños grupos perseguidos que se reunían en gran sencillez para adorar a Dios y testificar a los demás. Se percibe un hilo que corre a lo largo de los siglos, en lugares diferentes y con nombres diferentes. En cada caso la jerarquía eclesiástica que detentaba el poder intentaba destruirlos.
La gente que se conoce en algunas partes, mayormente de habla inglesa, como 'los hermanos' tiene su origen en un núcleo de varones jóvenes, la mayoría de ellos procedentes de familias aristocráticas, que se reunían en la lujosa villa de Lady Powerscourt, cerca de Dublín en Irlanda. Se les da esta etiqueta, y varias más, en América Latina. Un domingo por la mañana en 1830, cuatro de ellos se juntaron en una casa para celebrar la cena del Señor. Su número aumentó paulatinamente, de manera que alquilaron un edificio donde realizaban sus reuniones para la adoración y la enseñanza de la Palabra de Dios. El líder era John Nelson Darby, quien por razones de convicción había renunciado a su cargo en la Iglesia de Irlanda.
Casi el mismo año un reverendo anglicano en la Guyana Británica, conocida ahora como Guyana, hizo lo mismo. Leonard Strong (apoyado poco tiempo después por un colega suizo) fue usado por Dios, no sólo en la salvación de muchísimas almas, sino en la constitución de una numerosa 'asamblea' regida por los mismos principios que se estaban descubriendo en Gran Bretaña.
Lo mismo estaba sucediendo en la ciudad de Plymouth al sur de Inglaterra. Dentro de poco, más de mil personas se estaban congregando en el nombre del Señor Jesucristo. Se les dio el apodo de 'los Hermanos de Plymouth', y mucha gente emplea este término todavía, pero ellos deseaban ser conocidos como simplemente como 'cristianos' como dice en Hechos 11.26. Aproximadamente ochenta veces en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo y otros usaron la palabra traducida hermanos en el sentido de una familia cristiana cuyo Padre es Dios. El nombre, entonces, tiene buenos antecedentes.

En Bristol, también una ciudad inglesa, George Müller y Henry Craik eran los líderes en otra congregación de la misma clase. El nombre de Anthony Norris Groves se destacó mucho al comienzo del movimiento. Se le acreditan las sugerencias que encontraron su expresión en los principios bíblicos que definieron la manera en que aquellos creyentes se congregaban y realizaban sus reuniones en iglesia.
De este comienzo que parecía poco auspicioso, muchos grupos proliferaron en Gran Bretaña, los Estados Unidos, Canadá, el Caribe y otros países de ultramar. En el continente europeo los hubo en Francia, Alemania, los Países Bajos, Escandinava, Italia, España y Rusia. Muchas asambleas aparecieron en el valle de Río Nilo. Fue notable la expansión en América del Sur a partir de los años 1880, especialmente en Argentina, Brasil y Venezuela.
África Central y Suráfrica han visto una bendición fenomenal. Frederick Stanley Arnot fue el pionero. Penetró el corazón de África con el evangelio desde 1881 a 1886, antes de la ocupación colonial de los belgas y británicos.
El movimiento que comenzó en Dublín, Plymouth y Bristol en 1830 continuó en armonía mutua por casi veinte años pero en 1848 se dividió en dos. Darby, influenciado por sus antecedentes episcopales, inició una forma de gobierno eclesiástico centralizado que fijaba políticas, procedimientos y disciplina para cada individuo y congregación afiliada. Llegaron a ser conocidos como los exclusivistas.
Darby era un erudito, teólogo y lingüista brillante. Tradujo la Biblia de los idiomas originales al inglés, alemán y francés, y ciertas otras obras al italiano. Se le da crédito por haber recuperado mucha verdad bíblica, especialmente en materias como las dispensaciones y las profecías. Pero su estilo de un control centralizado dio por resultado sucesivas divisiones con el correr de los años.


Por otro lado se les dio el apelativo de 'hermanos abiertos' a aquellos que se quedaron con Anthony Norris Groves y George Müller y practicaban los principios enunciados por Groves al comienzo, y persiste el deseo entre ellos de llamarse 'hermanos' sin h mayúscula.
Conviene delinear aquí cuáles son estos principios. Por cuanto toda asamblea es autónoma y no tiene ningún credo salvo la Biblia, puede haber muy ligeras diferencias de interpretación en ciertas áreas, pero el cuadro amplio es como sigue.
En primer lugar los hermanos se ciñen tenazmente a las históricas doctrinas fundamentales de la cristiandad: la Santa Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, coiguales y coeternos; la deidad esencial del Señor Jesucristo y Su auténtica humanidad impecable, Su muerte vicaria en la Cruz por el pecado, Su resurrección corporal y Su ascensión, Su obra cual Sumo Sacerdote y Su regreso para reinar durante mil años literales. Creen en el cielo para los renacidos y el castigo eterno para quienes rechazan a Cristo. Respetan sin reserva alguna la inspiración plena y, en consecuencia, la absoluta fiabilidad de las Sagradas Escrituras en los escritos originales.
Pero además de todo esto procuran enfatizar y practicar una serie de doctrinas que creen que fueron olvidadas o corrompidas:

1. La Iglesia del Nuevo Testamento se llama el Cuerpo de Cristo y tiene una sola Cabeza, el Señor Jesucristo. Todo creyente renacido es un miembro de aquel Cuerpo, el cual tuvo su inicio en Pentecostés y será consumado en el arrebatamiento.

2. La iglesia local se compone de creyentes renacidos que se congregan en el Nombre del Señor Jesús, desconociendo cualquier título denominacional, ya que esto la ubicaría en terreno sectario y sería una negación de la verdad del cuerpo único. La iglesia de una determinada localidad es autónoma, responsable a la Cabeza que es el Señor Jesucristo, quien ha prometido en Mateo 18:20 estar en medio. Hay una buena comunión con otras asambleas o iglesias locales, pero no hay ninguna confederación.
3. La iglesia local está gobernada por una pluralidad de ancianos con autoridad delegada de la Cabeza exaltada. El Nuevo Testamento no reconoce un esquema clérigo ni de ministerio de un solo hombre. El Espíritu Santo forma a los ancianos, Hechos 20:28.
4. El sacerdocio de todo creyente; a saber, que cada uno es un sacerdote santo para la adoración y un sacerdote real para el testimonio; 1 Pedro 2:5, 9. Esta Escritura excluye la idea de cleros y laicos. Hay una maravillosa libertad para la adoración y el ministerio guiados por el Espíritu Santo.
5. El papel desempeñado por las mujeres contempla su silencio en la iglesia local en lo que se refiere a la enseñanza pública; 1 Corintios 14:34, 1 Timoteo 2.11-15. Su sujeción en este sentido se evidencia por guardar la cabeza cubierta, 1 Corintios 11.1-16. Con todo, su esfera de servicio es sumamente amplia, tanto en el hogar como entre otras de su propio sexo; Tito 2:4.
6. El bautismo es por inmersión y para creyentes solamente, basado en una confesión de fe.
7. Se reconoce la importancia y la centralidad del partimiento del pan, celebrado cada primer día de la semana, tal y como lo hacía la Iglesia Primitiva. Nunca hay un coordinador ni ancianos encargados: estos reconocen el señorío de Cristo y la soberanía del Espíritu Santo para guiar en la adoración y la exposición de la Palabra.
8. Las Sagradas Escrituras requieren una interpretación dispensacional. Es esencial distinguir entre el llamamiento terrenal de Israel y las promesas para esa nación en el Antiguo Testamento, y por otro lado el llamamiento celestial de la Iglesia en el Nuevo Testamento.
9. La gran mayoría de estos creyentes en Cristo cree y enseña que el Señor Jesucristo arrebatará la Iglesia antes de la tribulación por el Anticristo y del reino milenario de Cristo en la tierra, respectivamente.
10. Las asambleas de estos hermanos siempre se han caracterizado por una evangelización proactiva en el vecindario e internacionalmente. Se ha dicho que, en relación a su número, estas cuentan con más misioneros en los diversos continentes del mundo que cualquier otro grupo evangélico. Éstos entran en el servicio evangelístico a tiempo completo sin ninguna remuneración convenida, contando solamente con Dios para suplir sus necesidades y sus medios.
Posiblemente estos principios parezcan idealistas e imprácticos en este mundo moderno, pero el caso es que miles de los siervos de Dios en los últimos ciento setenta años han demostrado en la práctica que la obra de Dios llevada a cabo en la manera que Dios manda puede contar con la bendición de Dios.
En la redondez del globo se encuentra un gran número de congregaciones que se rigen por las convicciones reseñadas arriba. Sus locales ("salas bíblicas" o "capillas") están en grandes ciudades y en pueblitos, en países industrializados y en el Tercer Mundo, en ambientes académicos y en desiertos. Puede que su membresía sea numerosa o reducida, pero son congregaciones independientes la una de la otra y a la vez dependientes todas de la dirección divina procedente del Espíritu Santo. Ellas actúan en armonía entre sí prosiguiendo los mismos fines, teniendo las mismas aspiraciones y deseando cada cual honrar al Señor conforme a las Sagradas Escrituras.
Antes de su conversión, el típico hombre de la calle concebiría estas capillas de la misma manera que pensaría de los locales de las sectas heréticas. Posiblemente ha leído la cartilla colocada en la entrada que avisa el horario para las diferentes actividades, como la cena del Señor (o 'el partimiento del pan'), la oración colectiva, el estudio bíblico y la predicación del Evangelio, notando que la lista difiere de la de una típica 'iglesia' vecina.
Posiblemente haya visto a los creyentes entrando y saliendo del local y se ha preguntado cómo podrían encontrar algo interesante en aquellas reuniones. Si hubiera visto más de cerca, se hubiera dado cuenta de que en todo el quehacer de esa gente hay una verdadera devoción al Señor. Hay también un marcado y reverente interés en la Palabra de Dios que les orienta en sus reuniones y en las actividades fuera de su iglesia, como también un celo que fija prioridades en la familia, el empleo y otras esferas.
Como uno nuevo en el camino del Señor, nuestro recién convertido entra en contacto cercano con lo que apenas había observado de lejos en sus tiempos antes de salvo. Se ha dado cuenta de que se encuentran en la Biblia las verdades evangélicas del Hijo de Dios, su sacrificio, resurrección y ascensión, y el medio del arrepentimiento, la conversión y la fe.
Se ha comprometido a esta fe que guarda día a día (y no sólo para la eternidad por delante) y ahora, cual nueva creación en Cristo, debe avanzar a abrazar otras verdades encontradas en las Escrituras, tales como el bautismo, la comunión y el servicio. Tiene que deslastrarse de aquellas viejas ideas religiosas, limitándose a las que encuentran su origen en la Palabra de Verdad que está leyendo día a día.

Su estilo de vida cambia también, haciéndose apto para la presencia de Cristo en él. Se da cuenta de que tiene que examinar su conducta y sus intereses, a ver si son cónsonos con la comunión con otros creyentes que parecen ser tan diferentes y santificados en su madurez cristiana. El proceso puede resultar doloroso, pero ve que le trae gran bendición cuando cede su vida a Cristo, diciendo, 'Señor, ¿qué quieres que yo haga?'
Observando una asamblea local de hermanos que andan a la luz de las Sagradas Escrituras, se nota que hay un orden de reuniones recurrentes con el afán de no dejar de congregarse como es la manera de algunos, como lo expresa Hebreos 10:25.
Dependiendo de las circunstancias del caso y las oportunidades que se pueden aprovechar, se predica el Evangelio valiéndose del talento que hay en el seno de la congregación y también de evangelistas que vienen de visita. En la conducta de la iglesia, los hermanos perseveran en la doctrina de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones, según Hechos 2:42.
Allí se presta atención al desarrollo de los dones, ya que la promesa es que el Señor los distribuye a 'cada uno', Efesios 4:7. Se reconocen ancianos o supervisores a quienes Dios ha asignado esta responsabilidad en la asamblea. Cual pastores entre la grey, estos guiarán en el servicio de Dios y ejercerán la disciplina que sea necesaria. Hay mucha ayuda mutua en el seno de la membresía, reconociendo que el creyente debe hacer bien a todos, especialmente a los que son de la familia de Dios, Gálatas 6:10.
Se estudia la Palabra de Dios en sus aspectos históricos, típicos, poéticos, proféticos, eclesiásticos, morales, doctrinales y, desde luego, en su presentación del Señor Jesucristo. Se apoya la obra misionera, ocupándose en oración por sus testimonios acerca de 'cuán grandes cosas ha hecho el Señor con ellos', como dice en Hechos 14:27. Ni herejía ni doctrina falsa son toleradas, como tampoco las prácticas que estén fuera de tono con la Biblia.
El nuevo creyente se dará cuenta de que estos son 'los hermanos'. Esta fe y práctica ha conquistado los corazones de muchos hombres y mujeres fieles; buena parte de sus vidas giran en torno de un testimonio como este, sabiendo que agrada al Señor y glorifica su nombre. Algunos han oído el llamado de Dios al campo misionero; otros se han dedicado a su obra a tiempo completo en su país de origen. Pero la mayoría sirve al Señor donde está fuera de sus horas laborales, bien entre jóvenes, ancianos, enfermos, o en la predicación y enseñanza pública del evangelio y la Palabra de Dios, no pocas veces con gran poder como habilitados por Dios mismo, mientras que otros laboran sin ser vistos por sus prójimos, atendiendo a las necesidades ocultas de muchas almas.

 

Traducción: Desconocido. 
Adaptado para la webs "Conforme al modelo" y "Grata Certeza", por el editor de las mismas.
Autores del texto original: T. E. Wilson y John Heading, de la serie de libros That the world may knowpublicada por Echoes of Service, Bath (Gran Bretaña).

NOTA: Para uso de este texto adaptado, se ruega que se cite la fuente. Gracias.